Es ser compañero de alma y de acción con quienes necesitan nuestro apoyo, nuestra ayuda como seres humanos a extender la mano y el corazón sin que los demás lo pida.
Es aquel valor que impulsa a las personas a ayudar a los demás, a ponerse a su disposición para darles una mano con lo que quieren hacer por su vida para ser felices en ciertos parámetros trazados apoyar a otro a que nos haga daño o a que se haga daño él mismo.
Es la persona que actúa en favor de otras personas sin interés y con alegría, teniendo en cuenta la utilidad y la necesidad de la aportación para esas personas, aunque le cuesta un esfuerzo sin dar sin esperar nada a cambio, entregar parte de tu vida, volcarse a los demás, ayudar a los que lo necesitan, dar consuelo a los que sufren.
La Paz se hace presente en cada momento del día, en el pan en la mesa, en la dignidad del trabajador que gana su sustento honradamente, en el trato cordial de un empleado público, en los jóvenes que se preparan para ser personas de bien, en el vuelo migratorio de las aves, en un niño que aprende a cuidar un árbol, en un abuelo que sonríe, en la primera siesta de un bebé, en la evolución del ser humano hacia su destino superior, en el progreso de la ciencia aplicada a la sanación, por lo sagrado, por el río, por nuestros hermanos animales, por los primeros habitantes de estas tierras y por nosotros mismos.
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